El primer destinatario de la educación emocional es el profesorado y las familias. El profesorado debe tomar conciencia que ejerce una profesión de riesgo. Está en riesgo de ansiedad, estrés, burnout, conflictos, etc. Solamente entrar en un aula ya activa emociones fuertes. El profesorado tiene necesidad de competencias emocionales para su propia estabilidad emocional, para poder mantener relaciones positivas con su alumnado, para ejercer la función de motivador para el aprendizaje antes que caer en la tentación de castigar y desmotivar. Todo esto son solamente algunos ejemplos que justifican la importancia de las competencias emocionales entre el profesorado para poder transmitir entusiasmo para el aprendizaje y construir juntos el bienestar personal y social.
Finalmente, ¿cómo potenciar la dimensional emocional del profesorado ante los altos índices de desgate profesional?