¿Se puede definir la pasión de forma diferente en cada una de las edades y etapas de la vida? ¿Cuál es la etapa más apasionada acorde con su definición pura?

La pasión es una experiencia emocional que se puede definir como una respuesta emocional muy fuerte. La semántica proviene del latin, patior, que significa sufrir pasivamente, sin poder hacer nada para evitarlo. Las pasiones han sido uno de los temas preferidos en la literatura clásica, desde los griegos, Sófocles, Esquilo y Eurípides (en obras como Medea, Fedra, Orestes, Edipo, etc.) pasando por Shakespeare (El rey Lear, Titus Andrónico) y por toda la literatura universal. Conviene tener presente que antes se utilizaba pasión en lugar de lo que hoy denominamos emociones. Esto explica que  Pascal escribió Traité des passions (Tratado de las pasiones), que probablemente hoy denominaría Tratado de las emociones. El considerar las pasiones como algo que no queda más remedio que sufrir pasivamente contiene una idea de imposibilidad de regulación de las emociones. Hoy sabemos que esto no es así: las emociones se pueden regular, cambiar, alargar, acortar, gestionar. En sentido clásico, las emociones tenían una connotación negativa, algo peligroso. Este es el sentido que pude tener la expresión “la pasión de Cristo”, La pasión según San Mateo. Actualmente, el marco de las emociones es más amplio que las pasiones. Sabemos que las emociones ejercen una función importante y necesaria para la adaptación al contexto y que pueden ser positivas (alegría, humor, amor, compasión, bienestar emocional) o negativas (miedo, ira, tristeza, ansiedad, angustia).